Verdaderos gladiadores

Una madre le escribe a su amiga en el exterior contándole de sus hijos y del día en que su chiquito de cuatro años se cortó cerca del ojo. El cómo gracias a la unión entre los hermanos y la madurez mostrada frente a la ausencia de sus padres lograron la rápida atención médica y la feliz curación del niño.

2004-11-24

Querida amiga:

La razón por la que te distraigo de tus estudios es para contarte lo que pasó el lunes pasado, porque todavía estoy tratando de asimilarlo.

Resulta que combinamos con Manuel para ir al cine a ver El Gladiador, la tan publicitada. Como dura tres largas horas salimos de casa a las 18:30 para no volver tan tarde, y también confieso para "zafar" un día de la hora brava de los chicos.

Siempre llevamos el celular prendido pero como nunca nos llaman ese día ni lo bajamos del auto. Vimos la película lo más bien, comimos unas pizzas y a las 23:05 llegamos a casa. Apenas abrí la puerta de la cocina veo venir a los chicos que decían "¡Qué suerte, ya llegaron!". Mi primera reacción fue de enojo porque no estaban acostados. Pero Florentina me cortó diciendo "No mamá, lo que pasa es que Lucas se cortó, y ya lo cosieron y está bien"....

Sentí una ola de fuego invadir mi cara. Después, vino toda la explicación en sus excitadas vocecitas mientras yo corría a buscar a Lucas o a Yolanda. Una mezcla de paz y de aprehensión sentí cuando vi al chiquito con una venda en el costado del ojo y éste muy hinchado semi-cerrado. La historia fue que a eso de las 19:30 los chicos estaban jugando a “las luchas” y Lucas cayó sobre el borde de su cama cortándose cerca de un ojo. Empezó a sangrar muchísimo. Yolanda lo agarró y lo lavó. Mientras, Florentina, tomando el mando con una madurez que impacta le preguntaba a quién llamaba. Por supuesto primero llamó al celular de Manuel y dejó un primer mensaje, después llamó al pediatra de la familia. Éste les dijo que le pusieran hielo y llamaran a la emergencia. Estos llegaron súper rápido. Lo lavaron y decidieron que había que coserlo. Parece que uno de los médicos tenía mucha cancha y le explicaba a Florentina por ser la mayor, que como no tenían el material necesario lo iban a llevar al Hospital, pero que se quedara tranquila que iba a quedar perfecto. Pero Florentina les pidió si podían pasarnos a buscar por el cine y el bueno del médico le dijo que capaz que pasaban (¡!) A su vez llamaron a casa de mamá e insólitamente no había nadie, sólo Matías y sin auto, pero dijo que si querían acompañaba a Lucas y a Yolanda al hospital.

En el Hospital Británico, (sigo escuchando sin poder creer no haber participado de tan intensos momentos), llamaron a un cirujano plástico que sin conocerlo puedo asegurar que es un fenómeno. Porque se encontró con un chiquito de cuatro años, sin su mamá, con un buen corte, y se las arregló para convencerlo de que se dejara dar anestesia local, se dejara coser cuatro puntos y todo sin tener que sujetarlo ni hizo que se asustara ni llorara y lo que es más frustrante para mí: ¡¡No pidió ni una vez por su mamá!!! Como si todo esto fuera poco cuando ya estaban prontos para irse se tomaron los tres un taxi porque no encontraron a nadie que los fuese a buscar.

En fin toda una experiencia para unas almitas tan chiquitas pero a la vez tan sabias. Las chicas mientras en casa y sin tener noticias, rezaron el Rosario y se ocuparon de los más chicos. Juan Manuel sobretodo estaba muy nervioso porque pensaba que lo íbamos a retar por haber estado luchando con Lucas. Yo lo tranquilicé y ya en su cama me preguntó si Lucas se iba a ir al cielo. Con Manuel quedamos admirados de la unión entre los chicos, de la valentía de Lucas, de la madurez de Floren y sobretodo de la ayuda patentísima que recibieron del Cielo. ¡Fabuloso!

Mientras tanto, yo tendré que superar el gran sentimiento de culpa por no estar en las correctas arenas de los verdaderos gladiadores. Un beso grande y hasta pronto, Hannah.

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