El pequeño pedazo de pan

Es de bien nacido ser buen agradecido. Gana más el que da que el que recibe. Con este gracioso cuento se muestra el valor de la generosidad.

2004-11-24

Había una vez en un país lejano una hambruna muy grande.

Como faltaban pocos días para la Navidad, un pastelero que era muy rico decidió dar un regalo a los más necesitados. Mandó a buscar a los niños más pobres del pueblo y les dijo:
En este canasto hay pan para todos. Saque uno cada uno, lo lleva a su casa y vuelvan todos los días a buscar un nuevo pedazo, hasta que Dios mande tiempos mejores.

Los hambrientos niños se tiraron arriba del canasto y peleaban entre ellos porque cada uno quería sacar el pan más grande. Cuando todos tenían el que querían se fueron sin dar las gracias al pastelero.

Pero había una niña muy pobre, llamada Gretchen, que no peleó con los demás niños, ni se tiró al canasto en forma mal educada, sino que se paró modestamente un paso atrás. Cuando todos los niños tomaron su pedazo de pan, ella sacó el último que quedaba, que era el más chico. Luego besó la mano del pastelero, le dio las gracias y se fue a la casa.

Al día siguiente volvieron todos los niños y se portaron tan mal como el día anterior. Por su parte, Gretchen hizo lo mismo: esperó pacientemente su turno. Pero esta vez le quedó un pan más chico todavía.

Cuando llegó a su casa y se lo dio a su mamá, ésta lo cortó en pedazos chiquititos para repartirlo entre sus hermanos. Al hacerlo, cayeron cientos de monedas de oro. La mamá estaba tan asombrada y alarmada que las tomó, las metió en una bolsa y le dijo a Gretchen:

Anda inmediatamente donde el pastelero y se las devuelves porque esto se vino por equivocación en el pan.

Gretchen fue donde el hombre rico y le entregó las monedas con el recado de su mamá. Pero el pastelero le dijo:
No, no fue una equivocación, yo puse las monedas de oro en ese pequeño pedazo de pan, ya que tú fuiste la única agradecida, la única educada y la única que esperó hasta el final para que los otros sacaran su pan. Ahora, anda a casa y dile a tu mamá que las monedas son de ustedes.

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