Los viernes de tarde empiezan las llamadas bloqueando los teléfonos, para planear con los amigos las salidas del fin de semana. Y en casa empiezan los inconvenientes.

Siempre hay problemas con los horarios de llegada y comparaciones. ?Soy la única que no puedo volver a cualquier hora?: discusiones típicas de los weekends.

Darles llave a ciertas edades no corresponde, así es que las madres pasan en vela hasta escuchar el timbre. ¡Yo no duermo tranquila hasta que llega el último! - me decía una madre -, ¡llevo ocho años sin dormir de un tirón los fines de semana!

Hay que confiar en los hijos pero cada día hay más peligro en la noche: accidentes, alcohol, droga.
Exigirles que entren al dormitorio y nos den un beso al llegar aunque estemos dormidos es la manera de saber a qué hora vienen y en qué condiciones.

Los sábados y domingos no existe el desayuno en familia, pero pedirles que compartan el almuerzo no está de más.

La gran solución con los adolescentes es tener diálogo, demostrarles cariño y confianza. Recetas, no hay, pero sí algunos consejos.

-Saber quiénes son sus amigos.
-Recibir más en nuestras casas aunque nos dé pereza.
-No querer meterse en sus vidas, pues a esa edad les gusta conservar su intimidad.
-Confiar en ellos aunque se equivoquen ya que eso les ayuda a madurar.
-Que sepan que, hagan lo que hagan, cuentan con sus padres.
-Tener paciencia, mucha, mucha paciencia.
-Planear paseos, excursiones divertidas.
-Ponerles límites, horarios, controles.
-Incentivarlos en la práctica de deportes.

A esas edades son como esponjas que absorben todo, por eso la importancia del ejemplo. El amor es invencible y permanece siempre. Los lazos que parecen cortarse o desaparecer, afloran con más fuerza con el tiempo. Por eso, transcurridos estos años, aparecen los reconocimientos. ¡Ánimo, no desanimarse!