Todo un personaje

Físicamente es una mujer menuda, muy delgada, encorvada, algo nerviosa y camina con bastante dificultad, incluso necesita bastón. Mirándola así uno no daría mucho por ella si tuviera que medirla en términos de belleza física o juventud. Más bien diría que es una persona que está al borde de dejar este mundo en cualquier momento.

2005-03-01

Físicamente es una mujer menuda, muy delgada, encorvada,  algo nerviosa y camina con bastante dificultad, incluso necesita bastón.  Mirándola así uno no daría mucho por ella si tuviera que medirla en términos de belleza física o juventud.  Más bien diría que es una persona que está al borde de dejar este mundo en cualquier momento. 

Claro, todo esto uno lo capta y lo siente como primera impresión... hasta que la oye hablar.  Entonces surge una segunda mirada que es la que realmente cuenta y se descubre la verdadera dimensión de la personalidad de este personaje,   aparentemente débil. Profunda y delicadamente sincera, dice lo que piensa, desprovista ya de las pequeñeces artificiales y condicionamientos que, a veces, impone la vida en sociedad. 

Le dicen “Beba” de sobrenombre.  Miembro de una familia numerosa, tal  vez le pusieron ese apodo como muestra de cariño cuando era muy niña.  Sin embargo, cuando uno la conoce mejor  y la oye hablar, se da cuenta que, aún hoy en día, ese nombre le sienta bien porque ella lleva la juventud en su mente y en su alma.  Está completamente al día en todos los acontecimientos de la vida cotidiana pero, al mismo tiempo, se deleita contando hechos interesantes  de personajes y héroes  que han escrito la historia del  país.   

Porque su  pasión es la investigación histórica.  Le gusta revolver viejos  papeles y documentos, leer toda clase de libros y hacer consultas de todo tipo.  Mantiene correspondencia con importantes pensadores aún sin conocerlos personalmente y se enriquece continuamente a través de un permanente contacto con sus familiares y amistades, especialmente a través del teléfono que tiene siempre  a su lado.   

El día que yo la conocí tenía delante de su sillón preferido  una mesita baja donde estaba instalada una vieja máquina de escribir.  Le pregunté qué era lo que escribía en esa máquina y me contestó que estaba pasando en limpio unos apuntes de su propio abuelo con la intención de dejárselos en herencia a las generaciones siguientes.  Tenía conciencia de que con ella prácticamente se extinguirían muchas tradiciones familiares.

Conocerla fue un privilegio y oírla hablar, un placer. Su mente lúcida, ágil, inteligente y alegre transmite la claridad y la transparencia de un alma que, a pesar de enfermedades, un breve matrimonio fracasado, diversas actividades laborales   y serios problemas a lo largo de los años, supo conservar ese bagaje  de valores y  conceptos que hacen que la vida sea continuamente una renovada  experiencia enriquecedora,  llena de esperanza.

Le llaman  “Beba” y tiene... 90 años!  ¡Todo un personaje!
 

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