Aventuras de Timoteo, el pájaro azul

Cuéntame un cuento - ¿A quién no le gusta que le cuenten un cuento? A todos nos gusta, tanto a grandes como a chicos, porque un cuento no sólo despierta y alimenta nuestra imaginación, sino que es una excelente oportunidad para transmitir enseñanzas y valores en forma amena. Un cuento, en concreto, es una excelente herramienta de entretenimiento y de aprendizaje que, a través de fantasías y aventuras, hace no sólo más agradable la vida, sino que también ayuda a pensar sobre las cosas que realmente importan. Por eso, como los niños son parte muy importante de la familia, Sembrar Familia, con esta nueva sección, brinda a los padres, a los abuelos y a todas las personas mayores la oportunidad de acercarse a los niños a través de los cuentos para compartir con ellos un rato de expansión, cariño y enriquecimiento.

2013-02-11

 

Timoteo era un pájaro muy curioso.  Siempre quería saber qué pasaba dentro de las casas de los vecinos. Agujero que encontraba, agujero que aprovechaba para meterse dentro.   A él no le importaba ensuciarse de hollín si entraba  por la chimenea de la estufa, ni si se mojaba si se metía por el caño del desagote.  Lo importante para él era meterse y así enterarse de la vida de las personas que vivían allí dentro. En realidad, no lo hacía por maldad. Todo lo contrario.  Lo hacía porque quería ayudar a los demás.  Y, en más de una ocasión, gracias a él, se alegró una vida, como en el caso de Matilde.

 

Matilde tenía 8 años. A pesar de su edad,  caminaba con dificultad y, mucho menos, podía correr como cualquier niña.  Porque, cuando era muy chica se cayó de una escalera y se quebró el hueso de una pierna   De allí en adelante se apoyaba en un bastón para mayor seguridad.  Cuando comenzó a ir a la escuela, sus compañeritos de clase la ayudaban a caminar, le daban la mano para sostenerla y hasta le quitaban del camino las sillas o juguetes que estuvieran tirados por el suelo para que ella pudiera pasar tranquila.  Hasta que un día, en la escuela…

 

Un día, al final de la última clase, de repente Matilde se encontró sola en el salón de clase porque todos los otros chicos salieron corriendo para sus casas y no se dieron cuenta que ella no tenía quién le alcanzara el saco que tenía que ponerse para irse y que estaba colgado en una percha bastante alta.  En esa situación, Matilde se puso a llorar  porque no tenía manera de alcanzar su saco y, si lo hubiera alcanzado, tampoco tendría manera de ponérselo y hasta corría el peligro de caerse si perdía el equilibrio.

 

Y aquí fue cuando Timoteo, el pájaro curioso que se había metido adentro del armario del salón de clase sin que nadie lo viera, se dio cuenta del susto y el desconsuelo que tenía Matilde.  Entonces, sin pensarlo dos veces,  salió al rescate de la niña para auxiliarla.  Como una flecha, voló hasta el perchero donde estaba el saco de Matilde, lo agarró con su pico y la ayudó a ponérselo mientras él, moviendo sus alas para mantenerse en el aire,  se lo sostenía hasta que ella pudo primero ponerse una manga y luego se puso la otra.

 

Cuando estuvo pronta con el saco puesto, Matilde salió lentamente del salón de clase y llegó hasta la puerta de la escuela donde la esperaba su madre.  Cuando vio a su mamá, la niña, muy contenta,  le dice:

 

-¡Mamá!  ¡Mamá!  ¡Me pude poner el saco yo sola!  ¡Estoy feliz! ¿Viste cómo pude hacerlo yo sola?

 

La mamá se alegró muchísimo al ver a Matilde tan feliz de haber podido hacer la proeza de ponerse el saco sola, por lo menos era lo que ella creía.  Porque ninguna de las dos se dio cuenta de la ayuda de Timoteo, el pájaro azul que la ayudó, y que además de ser azul, era un pájaro ¡invisible!

 

Y, colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

 

 

30-I-13

 

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