Rigoberto un sapo solidario

Aprovechemos la oportunidad que nos da Rigoberto, para desarrollar el valor de la solidaridad en nuestros hijos

2013-07-31

 

RIGOBERTO, UN SAPO SOLIDARIO

abía una vez un sapo llamado Rigoberto, que vivía entre los juncos de una gran laguna de aguas cristalinas. Un paraje hermoso de verdes campos y vegetación frondosa, atravesado por un río serpenteante y caudaloso que alimentaba lagunas y cañadas de la zona.

Rigoberto era el más anciano y sabio de todos los sapos del lugar. Sus amigos le decían Rigoberto el “cuentacuentos”, ya que disfrutaba de relatar anécdotas e historias asombrosas sobre sus vivencias a todos los pequeños de la zona. Sus oyentes se deleitaban con sus relatos acerca de arriesgadas travesías en aguas desconocidas y montes misteriosos y asombrosos encuentros con zorros, mulitas y algún mano pelada. Debido a su experiencia y sabiduría, Rigoberto era un sapo muy respetado y querido en su comunidad.

Una noche llegaron a la laguna de forma repentina e inesperada, unos visitantes desconocidos. Los habitantes asustados, decidieron llamar a Rigoberto, quien rápidamente identificó a los visitantes: “son carpinchos, seguramente están huyendo de algún cazador, ¡vamos a ayudarlos!”. Los sapos brincaron ágilmente a su encuentro y la familia de carpinchos se sintió aliviada y agradecida por el recibimiento.

Efectivamente estaban huyendo de cazadores nocturnos y sus perros, quienes los obligaron a abandonar su hogar en el monte en busca de refugio. Los sapos y demás animales del paraje que bien conocían todos sus rincones, acompañaron a los carpinchos a una madriguera oculta y abandonada, a los pies de un viejo coronilla, que podría servir de escondite.

Todos estaban muy nerviosos, ya que a pocos metros de distancia los pasos anunciaban la inminente llegada de los cazadores.

Desafortunadamente, esa noche brillaba una luna llena en el cielo iluminando cada rincón de la laguna, por lo que sería difícil ocultar a los carpinchos de la visión de los cazadores y sus feroces perros.

Preocupado, Rigoberto pensó y pensó hasta que se le ocurrió una brillante idea: “¡vamos a pedir ayuda a nuestros amigos murciélagos!. Una vez reunidos los murciélagos de la zona, Rigoberto les habló: “amigos, precisamos proteger a una familia de carpinchos que está en peligro. Debemos alejar a los cazadores cuando lleguen a la laguna para que sus perros no encuentren el refugio donde se esconden. ¿Podrían ayudarnos?”. Los murciélagos contestaron muy decididos: “sí, por supuesto que ayudaremos, ¡esto es un trabajo en equipo!”.

Así fue como, al sentir la llegada de los cazadores, todos los murciélagos que habitaban el monte, desplegaron sus alas y sobrevolaron la laguna a toda velocidad espantando a los humanos. Aturdidos frente al repentino y sorpresivo ataque, los cazadores llamaron rápidamente a sus perros y huyeron del lugar.

Felices y satisfechos por su exitosa labor, sapos, ranas, zorros, liebres, murciélagos, carpinchos y demás animales que habitaban la zona, celebraron cantando y bailando la retirada de los cazadores. Rigoberto, orgulloso agregó: “pudimos lograrlo ya que trabajamos en equipo, gracias a todos por su colaboración”.

La familia de carpinchos, muy agradecida, decidió quedarse unos días más en la laguna disfrutando de la compañía de sus amigos para luego marchar en la búsqueda de un nuevo hogar más seguro y alejado de los cazadores.

 

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